La reforma educativa en Honduras es un proceso que se intenta aplicar desde hace más de dos décadas, pero que se frenaba o avanzaba a pasos lentos y cobardes por diferentes razones. Sin embargo en los últimos gobiernos, con la debilitación del movimiento popular, magisterial y demás sectores sociales, el avance vertiginoso de la misma crea la ilusión de ser incontenible.
El sociólogo Enrique Barahona opina que la reforma educativa hondureña se puede dividir en tres etapas fundamentales: la primera, durante el gobierno del ex presidente Reina en 1994, con la descentralización de las direcciones departamentales y sector privado; la segunda la identifica con la aprobación del decreto 162-96 que incumbe a la contratación docente y la reforma curricular; y finalmente la tercera etapa, conocida como la contrarreforma educativa, la cual está marcada por la creación del Curriculum Nacional Básico con enfoques de competencia y calidad en detrimento del sentido pedagógico; acompañado por la aprobación de 2012 de la Ley Fundamental de Educación y la Ley de Fortalecimiento a la Educación Pública y Participación Comunitaria.
Si bien el Sistema Educativo hace mucho tiempo que necesita modificaciones, la realidad es que todos los cambios que se han gestado, lejos de aliviar el mal, lo que han hecho es empeorar su estado, pues hace bastante tiempo se perdieron de vista las políticas coherentes, donde las reformas educativas son hechas en base a valoraciones de cualquier índole, excepto pedagógicas.
Eficiencia comprometida
En primer lugar señalamos que las deficiencias del sistema de educación se deben a la pobreza y miseria crónica del país, y que aunado a esto el gobierno reduce el presupuesto de educación para invertirlo en el aparato represivo (Honduras tenía una exclusión educativa de 1,279,300 niños y jóvenes a principios de la década); por otra parte la educación del país, como el resto de América Latina, sufre un proceso de deterioro, donde su contenido de esencia se pierde y se convierte en una conjugación de términos comerciales en función de la preparación de una mano de obra barata, sin el menor razonamiento crítico y con arraigadas deficiencias creativas.
Soluciones mágicas
Las recientes medidas de 200 días de clases, 5 minutos más por clase, entre otras, no son más que mínimos intentos de justificación de todas las enormes reformas de fondo. Sin embargo, la respuesta estudiantil a estas medidas no se ha hecho esperar. Desde hace varias semanas atrás, estudiantes de secundaria de diversas ciudades del país se han manifestado en contra dichas estipulaciones obteniendo como respuesta del gobierno de JOH y el “superministro” Marlon Escoto, soslayo del dialogo, represión militar, baleados, militarización de colegios, intentos de soborno, chantajes, amenazas y hasta asesinatos.
Un Ayotzinapa en Honduras
Entre 24 y 25 de marzo, cuatro estudiantes de media involucrados en las protestas fueron asesinados. Ante estos hechos el gobierno y la mayor parte de medios de comunicación culpan al crimen organizado o algunas otras variantes de crimen; la realidad es que, tal y como lo mencionaba Casa Alianza, “por el contexto en que se desarrollan los asesinatos, no se pueden atribuir a la delincuencia común”, si bien pudo no haber sido intervención militar directa, los regímenes dictatoriales siempre han mostrado variantes en la diversidad de aparatos represivos que utilizan.
Sin embargo, aunque puede que la forma, el método y el ejecutor, sean especulaciones mientras no haya pruebas científicas, el hecho flagrante deja entrever que dichos asesinatos tienen un claro mensaje y tinte político, por lo que responsabilizamos directamente al gobierno por la muerte de nuestros compañeros de secundaria.
Por otra parte, el Estado ha continuado con las arremetidas contra el magisterio, amedrentando a los directores y docentes con sanciones, con la finalidad de que el primer verdugo de los estudiantes sean los profesores. Primero con la sanción el pasado año al director del Instituto Vicente Cáceres y este año al director del Instituto Técnico Honduras de Tegucigalpa, teniendo también en lista al director del JTR de San Pedro Sula y otros cinco de la capital. Ante esta situación hacemos un llamado a los maestros a no prestarse al juego del ministro y el régimen.
De las consignas
Lo que inicio como exigencia de eliminación de la medida de cinco minutos ha ido recogiendo más consignas que se encontraban somnolientas en la problemática estudiantil, como ser: revisión de la Ley Fundamental de Educación; rescate de las conquistas estudiantiles; mejores condiciones educativas; más centros universitarios (ante los métodos ultra excluyentes de las universidades); La cabeza de Marlon Escoto; así como el repudio a los asesinatos estudiantiles y el castigo a los culpables materiales, intelectuales y políticos.
Si bien estas y otras consignas más van surgiendo al calor de la lucha, es necesario que en la medida que las mismas se unifican, también lleven a puntos de convergencia a los distintos centros en lucha, de tal forma que puedan lograr aglutinarse en una Federación Nacional de Estudiantes que permita recoger la problemática general de educación, que propicie la organización critica, auto determinada y articulada, para evitar que la lucha pueda ser frenada por el descabezamiento de las dirigencias de los colegios o la debilidad de la lucha fragmentada.
¡UNIDAD ESTUDIANTIL!
¡Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica!