No nos pueden hacer esto
(Declaraciones de Mel Zelaya realizadas en cuanto se supo que Xiomara no ganaba las elecciones)
El Tribunal Supremo Electoral ha declarado que el “triunfo de Juan Orlando Hernández es irreversible”, con un 67% de votos escrutados, con serias denuncias de fraude en el proceso y con dos partidos (LIBRE de Xiomara Castro de Zelaya y Anti Corrupción de Salvador Nasralla) exigiendo el conteo acta por acta y voto por voto.
La embajadora de Estados Unidos en Honduras, Lisa Kubiske, consideró que “sí hubo una fiesta electoral”; mientras que el Departamento de Estado resaltó que “los observadores hondureños e internacionales, dieron cuenta de la transparencia de las elecciones así como de la fuerte participación de votantes y la amplia participación de los partidos políticos” (subrayado nuestro). Varios presidentes han reconocido y felicitado a Hernández por el “triunfo”. Entre ellos, Daniel Ortega de Nicaragua, que se comunicó con el candidato del Partido Nacional para reiterar la obligación de “fortalecer los vínculos, la comunicación con todos los pueblos y gobiernos de esta Centroamérica nuestra”.
Todo indica que más allá de legítimas protestas, denuncias y sombrerazos, el régimen está logrando sus dos objetivos: legitimar electoralmente el régimen golpista, e imponer a Juan Orlando Hernández como el presidente por los próximos cuatro años “haciendo lo que tenía que hacer”: el FRAUDE; esto a menos que sea derrotado mediante la movilización masiva y nacional, que es lo que el propio LIBRE se debería estar comprometiendo desde ahora mismo.
Con las reglas de juego de los golpistas
Tras el golpe de estado del 2009, el régimen de facto –que vino a reemplazar al régimen democrático burgués bipartidista instaurado desde 1980– necesitaba derrotar la resistencia popular en las calles y lograr mediante un proceso electoral su propia legitimación. En el proceso electoral del 2009, no lo pudo lograr debido al llamado de la resistencia a boicotear el proceso expresado en la inmensa abstención y al retiro de la Candidatura Independiente Popular de Carlos H. Reyes.
Con el Acuerdo de Cartagena, el gobierno Lobo-Hernández, dio el primer paso logrando sacar la resistencia de las calles, abriendo las ilusiones en la “participación electoral” y, de esa forma, quedarse con las manos libres para imponer su política con la fuerza de las armas y la trampa de las negociaciones.
Pero era necesario dar el último paso mediante un proceso electoral que “demostrara” a propios y extraños que “el golpe es cosa del pasado” y que hay que aceptar las nuevas reglas de juego.
Necesitaba, por tanto, la incorporación al proceso electoral de todas las fuerzas políticas, incluidas las más radicales, y la participación masiva de los electores.
En este contexto, el fraude del 24 de noviembre no es más que un aspecto, fríamente preparado y ejecutado, de una farsa electoral totalmente viciada y que se desarrolló en cuatro actos: elecciones generales del 2009; Acuerdo de Cartagena; elecciones primarias e internas del 2012 y elecciones generales del 2013.
El encasillamiento de la resistencia en una política de colaboración de clases bajo una conducción burguesa, facilitó enormemente estos objetivos al régimen, llevando la rebelión popular –expresada en las calles y las numerosas organizaciones populares y sociales con su democracia callejera y de base– a un dramático callejón sin salida: la confianza ciega en los mecanismos de una supuesta “democracia electoral”; a sus propuestas vacías y sus instrumentos clientelares; todo esto con el agravante que no estamos ante una democracia burguesa clásica, sino en un régimen de facto autoritario y fraudulento, que se pretende embellecer, precisamente, mediante dichos mecanismos electorales.
Sorpresa e impotencia ante el fraude
Hasta las siete de la noche del domingo 24 de noviembre, TODOS los participantes en el proceso electoral resaltaban la “masividad de la participación ciudadana”, la “transparencia del proceso” y no sobraban calificativos como “fiesta popular”, “fiesta cívica”, “transparencia”, etc.
Los observadores nacionales y extranjeros reportaban “incidentes” aislados en todo el país, pero que no opacaban la “alegría llena de esperanza de una Honduras democrática”.
El partido LIBRE presentó un listado de incidentes “aislados”, y varias delegaciones de observadores internacionales llamaron la atención sobre algunos hechos “puntuales” que había que corregir.
• Manejo inadecuado y politizado de la lista de votantes, inclusión de personas muertas, exclusión de personas y el cambio de domicilio.
• Falta de representación de todos los partidos en las mesas, falta de material, retrasos en la apertura. Compra/venta de credenciales.
• Coacción del voto. Custodios electorales que no atendían las denuncias, obstáculos a los observadores y algunos medios de comunicación para acceder a los centros de votación.
• Militarización de CONATEL y del Ministerio Público. Intimidación mediante la presencia policial y militar y amenazas de imponer mediante cadena nacional una mordaza a todos los medios de comunicación.
A las 7 de la noche todo cambió. El primer informe oficial del Tribunal Supremo Electoral nos puso frente a la realidad: el régimen no daba un solo paso atrás en su objetivo de imponer a Juan Orlando Hernández, incentivado por la aceptación masiva del proceso electoral.
La “fiesta cívica” se convirtió en “farsa electoral”; el sueño se convirtió en pesadilla; la dura realidad de un régimen golpista y fraudulento dio paso a la sorpresa inicial y la indignación.
Salvador Nasralla en comunicación con Telesur, sostuvo que ha “habido una infiltración en el sistema, con datos y actas que nadie saben de donde entraron tal como había alertado que podía suceder”, agregando el día siguiente: “el fraude fue masivo, no solo afecta al PAC, y es por eso que estoy pidiendo el conteo de acta por acta y voto por voto”.
Denunció también que hay negociaciones entre partidos grandes para quitarle dos diputados, y en el caso de la Alcaldía de San Pedro Sula donde se impone el candidato del PAC, existe todo un operativo para dar por triunfador al candidato del Partido Nacional.
Manuel Zelaya, coordinador nacional del partido LIBRE –que el sábado había manifestado su “confianza” en que las elecciones del domingo serían “transparentes” y en la tarde del domingo proclamó triunfador a su partido–, tuvo que reconocer una hora más tarde que les estaban “robando las elecciones”.
De esta forma, las ilusiones en el triunfo electoral contundente, daban paso a la realidad de un fraude que todos intuían desde hace meses, pero para el que nadie se preparó y muy pocos denunciamos (debemos subrayar que Socialismo o Barbarie Honduras fue una de las pocas organizaciones políticas que mantuvo esta posición desde el principio de todo el proceso electoral en el año 2012).
Derrotar el fraude, derrotar el régimen
A tan solo dos días de las elecciones, y cuando todavía no hay resultados finales en ninguno de los niveles electivos, prevalece la confusión para hacerle frente al fraude.
De un lado, Juan Orlando Hernández, con el respaldo de la comunidad internacional, apoyado por los informes de los observadores y con la votación masiva, está formando su gabinete de transición.
Mientras tanto, el Tribunal Supremo Electoral, llama a quienes tengan denuncias sobre incidentes a presentarlas ante las autoridades correspondientes (todas en manos de Juan Orlando Hernández).
Del otro, no existe una clara estrategia por parte del partido LIBRE, y en menor medida del PAC, sobre cómo hacerle frente al fraude. Apuestan a la exigencia del conteo urna por urna, voto por voto; y en el caso de LIBRE, agregando que “si es necesario, nos iremos a las calles como lo hemos hecho siempre”, siendo el sector universitario de la capital el primero en manifestarse.
Con el fraude, nuevamente el pueblo hondureño debe elegir entre dos políticas para hacerle frente:
• seguir apostando a la institucionalidad golpista con métodos propios de los políticos de la burguesía, bajo el argumento que es la única opción correcta, colocando la amenaza de movilización al servicio de la negociación de cuotas de poder y confiando ciegamente en los líderes;
• o buscar el camino más difícil de la independencia de clase con sus propios métodos de lucha y de organización, recuperando la democracia interna en las organizaciones que permita construir una estrategia de lucha contra el régimen que unifique las demandas políticas y sociales al servicio del pueblo hondureño.
Ello implica llamar a las cosas por su nombre y aprender de los errores. Es mentira que “los derrotamos en las calles y los derrotamos en las urnas”, es mentira que “estamos mejor que nunca”.
Lo cierto es que se desmovilizó a la población trabajadora en la enorme lucha que venía llevando adelante para conducirla al callejón sin salida de los pactos con el régimen golpista y el fraude electoral; y que sacando las enseñanzas de este desastre, hay que cambiar inmediatamente de rumbo en la estrategia de lucha contra el régimen represivo y fraudulento, para no seguir sufriendo derrotas.
Es necesaria la restructuración total del FNRP desde las bases mediante mecanismos democráticos, incluyentes y para la lucha y que tengan como perspectiva la más intransigente independencia de clase de los explotados y oprimidos.
Socialismo o Barbarie hace un llamado a la izquierda revolucionaria y a los movimientos refundacionales a debatir y organizar un gran bloque a favor de la independencia de clase y la movilización como estrategias fundamentales para luchar contra el régimen golpista rescatando la mejor experiencia del movimiento popular hondureño desde la huelga de 1954, la CNRP y la Candidatura Independiente Popular, en la perspectiva de un INSTRUMENTO POLÍTICO de los TRABAJADORES que luche contra el capitalismo en todas sus variantes.
LA ÚNICA FORMA DE DERROTAR AL RÉGIMEN GOLPISTA, SU FRAUDE Y SUS POLÍTICAS ANTIPOPULARES, ES LA MOVILIZACIÓN INDEPENDIENTE DE LA CLASE TRABAJADORA Y EL PUEBLO HONDUREÑO, DEMOCRÁTICAMENTE ORGANIZADA
SOCIALISMO o BARBARIE de HONDURAS – JUVENTUD SOCIALISTA
26 de noviembre 2013