El inicio de un nuevo año marca el comienzo de una serie de objetivos y perspectivas, tanto de forma individual como colectiva. Sin embargo la realidad que afrontamos es un tanto nebulosa ante las diversas problemáticas que cruzan nuestro país y en un plano más general, la propia crisis capitalista mundial.
El debilitamiento de la lucha popular y la organización social y sindical ha provocado un salto en reversa en materia de derechos y bienestar social para los hondureños y particularmente la juventud.
Una serie de conquistas, incluso muchas de ellas heredadas de la magnánima huelga del 54 han sido arrebatadas a la clase trabajadora. Dentro de esas pérdidas de conquistas podemos mencionar la privatización del Seguro Social (IHSS), la cual fue aprobada mediante la Ley Marco de Protección Social sin ningún tipo de consulta y con una descarada manipulación a su contenido y el respaldo del Congreso Nacional con diputados de todas sus bancadas.
Por otra parte, a partir de la aprobación del Empleo por Horas, las empresas de los más diversos rubros han aprovechado para contratar personal con menos de 36 horas de trabajo. Dentro de esta categoría de trabajadores, denominada sub empleo visible, se encuentran según el Instituto Nacional de Estadística (INE) 431,420 personas. En un estatus de sub empleo invisible, es decir personas que trabajan más de 36 horas y sin embargo ganan menos del salario mínimo, el INE contabiliza 958,174 trabajadores, lo que representa un 27.7% del empleo nacional.
Y bajando al sector más abatido, el INE contabiliza 1,583,782 de persona que pueden estar activas laboralmente pero que no tienen empleo, dentro de los cuales la juventud menor de 25 años representa un 42.7%.
Pese a la pantalla mediática del gobierno y sus programas de empleo, por ejemplo “con chamba vivís mejor”, la situación no mejora, lejos de eso muchos analistas coinciden en que las medidas implementadas por el gobierno producen un incremento significativo en el gasto corriente, provocando a mediano o largo plazo una mayor desestabilidad en los índices macroeconómicos, lo que obligadamente nos avizora una crisis recurrente.
Analizando particularmente, el sector docente, mismo que nos atañe directamente a los estudiantes de la UPNFM, para el año 2014 la Secretaría de Educación contabilizaba más 11,000 maestros sin empleo –cifras que cotejadas con la realidad parecen quedarse cortas y que con la profesionalización de más compañeros han incrementado–. Aunado a esta situación de desempleo se encuentra la politización de las Direcciones Departamentales y Distritales, la cancelación consecutiva de tres concursos para optar a plazas, la corrupción en la asignación de plazas, la aplicación sumamente dudosa del último examen de concurso y el silencio confabulado de la dirigencia magisterial.
Como si todo lo anterior no fuera suficiente, la aprobación de la Ley Fundamental de Educación conlleva una contra reforma que deja como subproducto la mercantilización de la educación, el cercenamiento de las conquistas magisteriales –como ser el Estatuto del Docente y salario digno–, y un total vaciamiento de contenidos y métodos, donde los criterios de la educación son económicos y no científicos.
En otro plano, pero no desligado de lo anterior, se encuentra la estructura estatal que se corroe por la corrupción. Una serie de casos emblemáticos de corrupción se destaparon el año pasado en los cuales se ven envueltos funcionarios públicos y miembros de tradición de la burguesía nacional; no obstante lo anterior, a la vez que el escándalo mediático desaparece, así mismo se esfuma la efímera ilusión de justicia.
De esta forma el 2016 nos recibe con circos mediáticos, proselitismo político, incrementos desmedidos, aumento de la pobreza, represión permanente, privatización de los servicios y bienes públicos, etc.
Es en esta realidad que el curso de la historia clama a gritos el papel protagónico de la juventud que empieza a acumular experiencias, donde las nuevas generaciones debemos ver como el sistema capitalista no ofrece una salida a la crisis, misma que se vuelve recurrente y empeorante, y en la cual debemos aprender las enseñanzas de las viejas generaciones y organizarnos para defender nuestros derechos, y a la vez trasladar ese espíritu de rebeldía y lucha contra un sistema aplastante a otros sectores, articulando luchas y generando verdaderos cambios en beneficio de los estudiantes, mujeres, obreros, campesinos y explotados y oprimidos en general.
Desde la Juventud Socialista te invitamos a unirte a nuestras filas, a construir alternativas estudiantiles y populares, a fomentar el debate y la lucha por nuestros derechos; a construir una alternativa para los oprimidos.