La Mochila 19 - 21 septiembre 2015

laica19Otra celebración del Día del Maestro, y un momento oportuno para reflexionar nuevamente.

El Estatuto del Docente fue infra puesto a la Ley Fundamental de Educación, lo que en palabras sencillas significa la derogación disfrazada de los derechos que gozaba este gremio, mismos que fueron obtenidos mediante un proceso de lucha que culminó con la aprobación de dicho estatuto en 1997.

Después de unos 15 años de disfrute de condiciones más o menos dignas para los docentes, el gobierno neoliberal cercenó estos derechos, y ahora el sistema educativo es regido de forma autoritaria por el Ministro de Educación Marlon Escoto amparado a medias en la nueva Ley Fundamental de Educación.

En este contexto, por segundo año consecutivo se otorga el premio al Docente del Año en base a criterios de condiciones deplorables para el trabajo.

Los docentes premiados en los dos últimos años comparten las siguientes características: trabajan en zonas rurales a las cuales el acceso es sumamente sacrificado por las malas condiciones de comunicación terrestre que proporciona el gobierno; en segundo lugar, su área de trabajo es en una etnia, en las cuales el gobierno poco o nada hace por mejorar sus condiciones de vida y conservación de su cultura como patrimonio nacional; y en tercer lugar, los docentes premiados resuelven mínimamente sus problemas inmediatos “haciendo malabares” pues no poseen condiciones estructurales adecuadas para la impartición de clases.

Con esto el gobierno profundiza el trabajo ideológico sobre los docentes y la sociedad, mostrando que se puede “resolver” los problemas en el sistema educativo de forma individual, desligando la responsabilidad esencial e inherente al Estado de garantizar la Educación Pública. Al mismo tiempo, eleva la posición del docente martirizado, camino al cual pretende terminar de inducir el sistema educativo.

Por otra parte demuestra con este sencillo pero significativo ejemplo que las decisiones educativas no son elaboradas obedeciendo algún criterio científico pedagógico, sino más bien a base de cualquier criterio que desligue la responsabilidad del Estado y justifique la crónica enfermedad de retraso que adolece el sistema Educativo Público. A la vez que desvirtúa la verdadera labor educativa del docente impartiendo ciencia y cultura a los alumnos, haciendo parecer que lo que cuenta es el “cómo” y no el “qué” se enseña. Cabe mencionar que en las actuales condiciones ni el “cómo”, ni el “qué” cumplen la idea básica de educación.

Sin menospreciar los esfuerzos de los docentes galardonados, creemos que cualquier tipo de decisión o reforma que se haga en el sistema educativo debe poseer un carácter científico, pedagógico y colectivo, ya que esta es la forma en que se pueden impulsar cambios reales en beneficio de las mayorías, enfatizando que la labor docente no se debe a tapar los huecos que deja el gobierno, sino a exigir en conjunto con todos los actores educativos que el Estado asumo su responsabilidad de proporcionar educación pública, digna, científica, inclusiva y de calidad pedagógica.

Desde la Juventud Socialista hacemos el llamado emprender la lucha por nuestra educación, debatiendo y organizándonos para la lucha en las universidades, centros educativos y demás sectores en general.

¡ORGANICEMONOS Y DEFENDAMOS LA EDUCACIÓN PÚBLICA!

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